Aparte de los hallazgos arqueológicos mencionados, es posible rastrear la existencia de esta técnica y su circulación entre diferentes territorios del sur de la actual Colombia, en relatos de los albores de la colonización. Por ejemplo, cuenta Lucas Fernández de Piedrahíta (1688) que Hernán Pérez de Quesada y sus soldados cruzaron entre 1541 y 1542 desiertos, montañas y ríos en busca de El Dorado.
"[...] y siguiendo su margen hacia la parte del nacimiento que tiene, dio en un Valle que corre dentro de las Sierras, a quien los naturales llamaron Mocoa, y es el mismo de donde salieron después las primeras pinturas nombradas de Mocoa, que vienen de India en tabaqueros, cofrecillos y diferentes vasos de madera, bien estimadas en estas partes de Europa por el primor con que se labran ya en la villa de Pasto, donde se ha pasado el comercio de este género tan apetecido de los hombres de buen gusto [...]"
×El Fray Pedro Simón, en su descripción sobre la provincia de Timaná en 1623, relata:
"… en esta tierra ciertos árboles echan unas pelotillas de una resina al modo de goma, que si no la cogen antes, en pocos días se abre la pelotilla y se convierte en hoja. Estas pelotillas cogen los indios y haciendo esta resina de varios colores embetunan bordones, tabaqueritas, astas de pendones, varas de palios y otras cosas de palo, porque en barro ni otra cosa pegan bien, y hecho con buena traza y disposición de varios colores parecen bien."
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