Desde el siglo XVI la imprenta ya había llegado a distintos virreinatos, pero no fue sino hasta mediados el siglo XVIII que se encuentra registro en el territorio de La Nueva Granada. La impresión más antigua realizada en el territorio granadino de la cual se tiene registro es el Compendium privilegiorium et gratiarum (1739), así como de algunos novenarios. En 1780, por disposición del rey, salió desde Cádiz una nueva imprenta, que comenzaría a funcionar en 1782 con el título de Imprenta Real hasta 1811. Cambió de nombre en 1813 por Imprenta del Estado y en 1817 se conoció como Imprenta del Gobierno. Hasta 1810, los textos impresos se utilizaban para cultivar la común opinión, que funcionaba al mismo tiempo como ideal público y como capital social, asegurando la lealtad al rey y a la fe católica, cosa que cambiaría a partir del convulsionado y proficuo periodo que conocemos como independencia.
Las primeras gacetas americanas del siglo XVIII publicaban noticiarios informativos locales, como la correspondencia sobre un fuerte huracán en Mompox, o el caso milagroso de la señora Buenaventura Ximenez, salvada por a la intervención de San Pedro de Alcatrán. También reimprimían extractos de otras gacetas europeas y de Madrid, donde importaba, sobretodo, el mensaje en pos de la utilidad común al servicio del reino.
Porque resultaban ser fundamentales para la educación de los buenos vasallos. El raciocinio debía estar puesto al servicio de Dios y del Reino.
Es aquella modalidad de publicación periódica de finales del siglo XVIII en la cual los asuntos políticos de la Monarquía dejan de ser privados y pasan a la esfera pública, al menos en lo que refiere a las élites que podían participar de la producción y del consumo del texto impreso.
Con la publicación de una serie de pasquines sediciosos, cargados de humor y de nuevas formas de pensar el mundo político.
“Si no quitan los estancos
Si no cesa la opresión,
Se perderá lo ganado.
Tendrá fin la usurpación”.
“Lo que en el margen se advierte
A voces se pedirá:
La ocasión dará la suerte
Y podremos respirar:
Bien claro se nos ofrece
Este partido apurar
Rayos exhale el infierno,
Trastorne la facultad
Acábese este gobierno
De tanta incomodidad”.
“Principio quieren las cosas
Para conseguir las empresas
Que se quiten tres cabezas
Para acabar estas mofas”.
Siendo la guerra de independencia una guerra mayoritariamente de criollos contra criollos, la creación de los nuevos grupos sociales a través de la publicidad y la consolidación del imaginario de ese “otro” -el no americano, el realista o unionista – fue un proceso importante en la republicanización de la opinión pública.
[…] oí en el silencio, […] una larga y graciosa discusión sobre las ventajas que nos traería un sistema liberal propuesto por España. Te confieso que me avergoncé oyendo en esta opinión á personas que están por otra parte bien acreditadas de luces y patriotismo. Quise haberles preguntado ¿si una hacienda estará mejor gobernada por sus dueños, o por un hombre manco y cojo que ni la conoce ni la puede asistir personalmente? A la verdad, hombres que piensan de este modo, bien merecían ser gobernados, no por la España moribunda, sino por las potencias Berberiscas.
La imprenta fue el arma principal en un contexto en el que las élites buscaban legitimar su dominio, fundamentado y construido en una opinión pública que, aunque estaba relacionada con las experiencias sociales de la población en general, debido a los altos costes de producción, estaba destinada principalmente a las clases dominantes.