40 años después de la expedición de la Primera ley sobre ferrocarriles en Colombia en mayo de 1836 (Poveda, 2010, p. 77). Esta misma ley da lugar también al comienzo de la construcción del ferrocarril de Panamá en los años cincuenta del siglo XIX.
La llegada del ferrocarril a Antioquia coincidió con la aparición del nombre de Segovia (en 1877), lo que antes era la fracción Tierradentro. Segovia enfrentaba las mismas dificultades que Malcom Deas reconoce, en general, en los territorios del siglo XIX en Colombia:
La población era prácticamente rural y se concentraba en tierras altas, vivían en un gran aislamiento. […] En estas economías nacionales […] pocos productos se transportaban lejos y los que lo hacían durante mucho tiempo lo hicieron en trenes de mulas sin posibilidades de impulsar grandes mejoras. El tráfico rodado solo existía para distancias cortas y esto aún en pocos lugares. (1991, p. 176)
Para los municipios de Segovia, Zaragoza y Remedios, el ferrocarril contribuyó a transportar el oro extraído de las minas. Este centro económico del nordeste se consolidó como destino de trabajadores y pilar de la economía desde la llegada a Remedios, de la Frontino and Bolivian Gold Mining Company a mediados del siglo XIX porque llevó, ante la ausencia de vías férreas, la maquinaria necesaria para ampliar la explotación de sus minas “a lomo de mula por medio del sistema de turega (dos mulas unidas por una estructura que sirve como plataforma)” (Ruiz Machado, 2022, p. 83
En 1874 Antioquia era una sociedad semirrural, en la que solo la minería del oro (el caso del nordeste antioqueño) con la Bolivian Gold Mining Company, quienes llevaron la máquina de vapor a esta región, o el caso de la mina el Zancudo, en el suroeste —a orillas del río Cauca—comenzaba a tecnificarse y demandaba oficios calificados. Para Antioquia el ferrocarril significó un proceso de tecnificación y conexión sin igual; implicó que las personas aprendieran oficios relacionados con su construcción y el surgimiento de talleres alrededor de ellos: se formaron “topógrafos, cadeneros, maquinistas, herreros, soldadores, forjadores, mecánicos, calderistas, y otros más”. La necesidad de formar ingenieros llevó a que en 1883 se abrieran los primeros cursos de ingeniería en la Universidad de Antioquia y en 1888 en la Escuela Nacional de Minas.
Javier Cisneros fue un destacado ingeniero y empresario colombiano, clave en la historia de la infraestructura de Colombia durante el siglo XIX y principios del XX, particularmente por su papel en la construcción del Ferrocarril de Antioquia.