"En la ribera del río Toa hubo un árbol que llaman seyba en lengua de yndios, el qual es tan grande que la sombra que hace al medio día no hay ningun hombre que con una bola, como una naranja poco más, pueda pasarla de una parte á otra, y un brazo de ella atrabiesa todo el río de la otra parte que será el río tan ancho por allí con lo que está al pié del árbol apartado del río como ciento y veinte pasos; y hubo un carpintero llamado Pantaleón que hizo hazer y lo empezó en el gueco del árbol socabandole una capilla y poner altar en que se dijese misa; tendrá de ancho por el pie abajo, tanto en contorno que quince hombres no lo alcanzan á abarcar"
"[Aquel día] José Hilario firmó la ley de abolición de la esclavitud. [Mientras que] Dorotea, su mujer, había pedido a Antonia [Montalvo], su amiga, que sembrara una ceiba en la mitad de la plaza (…) creció gozosa y anchurosa al aire libre." (Arciniegas 1981)