El barniz de Pasto es un oficio milenario, mestizo, histórico y actual. El proceso comienza con la recolección de las pepas y cogollos del arbusto mopa-mopa (Elaeagia pastoensis mora) del Putumayo y Caquetá, los cuales crecen solo en abril y noviembre. Estas pepas llegan a talleres de maestros y maestras, quienes los transforman en finas láminas luego de calentar las pepas, purificarlas, amasarlas, colorearlas y estirarlas con la ayuda de dedos, dientes y labios. Finalmente, sobre objetos de madera previamente elaborados por carpinteros, van cortando las láminas con una cuchilla y dejándose orientar por su imaginación, hasta plasmar sus diseños.
Aunque resulta difícil rastrear su origen y, todavía más, rastrear un único origen, todo desemboca en una fuente común: la resina natural del árbol mopa-mopa, oriundo del piedemonte andino-amazónico, al suroccidente de Colombia. El piedemonte amazónico es parte vital de la Amazonía, pues en él se recargan ríos importantes como el Caquetá y el Putumayo, afluentes del río Amazonas, y confluyen altos niveles de diversidad de fauna y flora. Un ejemplo son las áreas protegidas del Alto Putumayo.
Mopa-mopa es el nombre que los indígenas dieron a la resina. Elaeagia pastoensis mora es el nombre otorgado por el botánico Luis Eduardo Mora-Osejo en 1977.
El barniz de Pasto es un oficio de tradición familiar, ejercido históricamente aunque no en manera exclusiva por hombres, que se transmite de generación en generación: de abuelos a nietos, de padres a hijos; y ojalá que en tiempos venideros de abuelas y madres a hijas y nietas.
En diciembre del 2020, el conocimiento y técnicas tradicionales asociadas con el Barniz de Pasto Mopa-Mopa en Putumayo y Nariño fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. No obstante, esta manifestación requiere medidas urgentes de salvaguardia porque está en riesgo de desaparecer.
Uno de los factores son los pocos maestros vivos conocedores de la técnica. A enero del 2022 se identifican 33 maestros y 5 maestras en la ciudad de Pasto. Por ello, la Alcaldía de Pasto durante el primer semestre del 2022 desarrolló una Escuela para formar 25 aprendices jóvenes. Otro factor de riesgo es la creciente escasez del mopa-mopa, así como la ausencia de maderas para los objetos, resultado de la deforestación en el piedemonte amazónico por la expansión de la frontera agrícola y la ganadería, la explotación minera y el cambio climático. También, por el difícil acceso para la recolección de la planta y los pocos recolectores que se adentran en las selvas.